Durante los últimos años ha crecido enormemente el autoconsumo mediante energía solar en España, tanto para uso residencial como industrial. En esta ocasión pondremos los ojos en la generación para la venta de energía a la red. ¿Qué me debería plantear si tengo un terreno y quiero sacarle partido instalando paneles fotovoltaicos?
Hay muchas consideraciones que tener en cuenta, tanto de inicio a la hora de saber si nuestro terreno es apto para albergar este tipo de instalaciones como posteriormente a la hora de evaluar si podremos disponer de suficiente generación para rentabilizar la inversión. A continuación, analizaremos paso a paso cada una de estas cuestiones.
Si tenemos una finca y estamos pensando explorar el sector de la energía fotovoltaica para sacarle rendimiento, lo primero que debemos evaluar es si nuestro terreno es apto o no para albergar una instalación de ese tipo. Y, para ello, debemos tener en consideración dos factores.
Por un lado estará la calificación del terreno. Los suelos, tanto en entornos urbanos como en entornos rurales, están asociados a un uso concreto por parte de los planes urbanísticos de cada ayuntamiento. En este sentido, la calificación del suelo va a hacer referencia a unos usos generales y específicos en los que se adscribe cada parcela. Como usos generales podemos tener infraestructuras o zonas verdes, por ejemplo, y como usos específicos se consideraría si son de uso residencial, industrial, cultural, etc. Para nuestro propósito necesitaremos que el suelo esté calificado para uso industrial. Si esto se cumple podremos continuar con el proceso.
En este punto es conveniente también revisar las posibles afecciones que tenga nuestro terreno. Con esto hacemos referencia a cualquier tipo de instalación o infraestructura existente que pueda interferir con la actividad que queremos plantear. La existencia de carreteras o caminos, por ejemplo, limitará el espacio disponible del terreno para la nueva actividad. La existencia de líneas de alta o media tensión en el terreno puede afectar técnicamente a la posibilidad de instalar los paneles que nos estamos planteando. También en caso de encontrarnos en una zona protegida o en la que exista un yacimiento de cualquier tipo esto puede implicar la imposibilidad de realizar una actividad industrial de cualquier naturaleza. Debemos ser capaces de evaluar si jurídicamente nuestro terreno tiene vía libre para poder albergar una instalación solar fotovoltaica.
Una vez hayamos confirmado estos dos puntos, llega el momento de solicitar el punto de conexión a red a la compañía distribuidora que opere en la zona en la que se encuentre el terreno. Se emitirá la solicitud para obtener un punto de conexión y en un plazo de 60 días hábiles debemos recibir respuesta por parte de la compañía distribuidora con la confirmación o denegación del punto de conexión, siempre debidamente argumentada. En el caso de que se deniegue la conexión por límites en la capacidad de la línea eléctrica existente, la compañía tendrá la obligación legal de proporcionar un punto de conexión alternativo.
Además, Red Eléctrica de España deberá emitir un Informe de Viabilidad de Acceso (IVA) favorable, en el que se autorice la inyección de energía renovable a la red por parte de la central fotovoltaica que se está proponiendo.
Ahora bien, ¿y si nuestro suelo no hubiese estado calificado para uso industrial? ¿Qué pasaría entonces? En este supuesto se podría solicitar la recalificación del terreno al ayuntamiento que corresponda, y solo en caso de tener confirmación de dicha recalificación podremos continuar con el proceso mencionado previamente. En este sentido, a la hora de realizar este trámite, deberemos generar una memoria de actividad en la que se explique a la administración qué se va a hacer en el terreno, detallando en ella la situación actual del mismo y también la actividad que solicitamos realizar. Aquí se justificará que tanto la instalación como la actividad cumplirá con todos los requisitos que la normativa aplicable solicita.
Una vez llegue la aprobación del punto de conexión, llega el momento de evaluar realmente cuánta energía podré producir en mi terreno y cuál será la rentabilidad del proyecto.
El primer paso en este punto será poder evaluar el recurso solar disponible en la zona en la que se encuentra el terreno. Para ello, hay a disposición numerosas herramientas que nos proporcionan datos según regiones y áreas concretas. Una de ellas es el Atlas de Radiación Solar proporcionado por la Agencia Estatal de Meteorología. Otra herramienta de sencillo uso que pone a disposición la Unión Europea es PVGIS, en la que no solamente podremos ver el recurso solar en cada ubicación sino que también nos permite evaluar distintas situaciones ya aplicadas al caso de utilizar paneles fotovoltaicos.
En esta fase se evaluará fundamentalmente cuál es la calidad del recurso solar en nuestra zona, recurriendo a los datos estadísticos proporcionados por las herramientas mencionadas o estaciones meteorológicas, y trabajándolos numéricamente para estimar cuánta energía se podrá generar según el número de paneles y las características concretas de los modelos comerciales. La estimación del número de paneles a instalar vendrá dada por el tamaño del terreno, habiendo considerado las posibles interferencias que puedan inhabilitar zonas concretas según el estudio jurídico realizado al inicio.
Una vez sabemos esto, habrá que dimensionar los inversores, para convertir la corriente continua que generan los paneles a la corriente alterna que se inyectará a la red. Según las características eléctricas del inversor se determinará el número de paneles que podrán conectarse en serie y cuántas hileras se dispondrán en paralelo. Con estas estimaciones se podrá prever la cantidad de energía que podemos producir teniendo en cuenta el número de paneles y el recurso solar.
Además, se tendrán en cuenta las tecnologías de los paneles. Por un lado, tenemos el supuesto de que se instalen paneles solares fijos, que estarán anclados a una estructura con el ángulo de inclinación óptimo para captar la radiación solar. Este ángulo de inclinación depende de la latitud en la que se encuentre nuestro terreno y tratará de optimizar que exista una radiación directa hacia el panel durante un mayor número de horas. Otra tecnología que puede considerarse es la de seguimiento del punto de máxima potencia. En este caso, los paneles estarán instalados sobre una estructura que les permite girar como girasoles para seguir la trayectoria del sol. La generación de energía en este caso será mayor, porque siempre están dirigidos hacia el origen de la radiación, aunque esta tecnología implica una mayor inversión que la de paneles fijos.
Contamos así con una serie de datos muy valiosos: recurso solar, número de paneles, estimación de generación según la tecnología de paneles y estimación de inversión según la tecnología de paneles. Con todo esto llega el momento de evaluar si el precio de la energía hará rentable la inversión.
Como indicaciones generales, aunque cada caso particular tendrá sus características, conviene tener en cuenta que a medida que el terreno tenga mayor tamaño es probable que la rentabilidad sea mayor. También hay que considerar que su ubicación y orientación permita una buena obtención de recurso solar. Por ejemplo, si nos encontramos en un terreno inclinado, que esté orientado hacia el norte, probablemente la rentabilidad será muy baja debido a que para captar el sol necesitamos que nuestros paneles puedan orientarse hacia el sur con el ángulo óptimo de inclinación según latitud.
Luego habrá otras decisiones que se puedan tomar que sí dependen de nosotros, como es el caso de la tecnología de los paneles. Unos paneles de seguimiento van a ser más caros de inicio que los paneles fijos, pero también serán capaces de generar más energía. La decisión adecuada se tomará mediante un estudio preciso del precio de la energía y una evaluación concreta de nuestra estrategia financiera, para determinar cuánto estamos dispuestos a financiarnos de cara a asumir la inversión.
Para este punto hemos contactado con Fernando Romero, director general de la empresa inversora, promotora y constructora de instalaciones fotovoltaicas EDF Solar. «Evidentemente, en este caso se debe analizar cómo queremos o podemos acometer la inversión, si es con fondos propios o financiando», nos cuenta Fernando. «En ambos casos se deben aplicar todas aquellas variables que afecten a la inversión con datos objetivos y del rango inferior de las expectativas. Todos queremos altas rentabilidades y “el papel lo aguanta todo” hasta que no es así. El sector de la energía es un mercado vivo, muy regulado, pero que en estos momentos no es estable por la propia transformación del modelo de generación. Debemos ser conservadores en todos los aspectos que intervienen en el plan de negocio».
Se hará una evaluación, normalmente a 30 años, considerando como datos los precios de la energía ponderados de los últimos 10 años y también teniendo en cuenta una previsión del precio de la energía a futuro para los próximos tres años. Una vez se tienen estos valores, se tomarán los datos más desfavorables para obtener la rentabilidad y estimar cuánta cobertura de la deuda se puede obtener y cuánto se debe financiar el proyecto.
A partir de todos estos datos, nuestro plan de negocio nos permitirá evaluar la rentabilidad del proyecto. En este sentido, la evaluación del CAPEX es uno de los elementos más importantes. Hace referencia a la evaluación de la inversión en equipos capaces de generar beneficios para la compañía. Pero hay que comprender que las diferencias según el proyecto pueden ser muy amplias. «Cada proyecto es diferente, tiene sus variables, sus costes, sus implicaciones técnicas… por lo que un proyecto de la misma potencia puede tener un CAPEX muy diferente por las condiciones del proyecto». Como estimación, nos indica Fernando que «quizá rentabilidades en torno al 7% podrían considerarse óptimas«.
Una vez está confirmado que podemos disponer de un punto de conexión y que tenemos un proyecto en mente con un porcentaje de rentabilidad aceptable, llega el momento de plantearnos las cuestiones más técnicas que intervienen en el desarrollo del proyecto. Y aquí habrá que tener en cuenta la realización de una serie de estudios, según cuál sea la situación y naturaleza de nuestra instalación solar. Será la administración competente en cada zona la que determine qué estudios son aplicables, aunque los estudios de obligado cumplimiento más comunes suelen ser los siguientes.
Uno de los aspectos más importantes será el Estudio de Impacto Ambiental, cuyo objetivo se centra en reconocer la situación de la ubicación de nuestro terreno y evaluar cómo se va a ver modificada una vez se instale la central. En este estudio se propondrán medidas paliativas que minimicen el impacto de la actividad. Además, el Estudio de Impacto Ambiental incluye en muchas ocasiones un estudio de integración paisajística, aunque en los casos en los que este aspecto sea particularmente crucial la administración puede solicitar que se presente como un documento individual.
En el emplazamiento habrá que hacer también un estudio geológico y geotécnico, en el que se evalúe la idoneidad del terreno para el uso que se propone. Además, será necesario contar con un estudio hidráulico en el que se evalúe de qué manera se inunda la zona en los casos de lluvias. Si nos encontramos en zona de policía (las inmediaciones del cauce de un río, por ejemplo) será necesario añadir la realización de estudios hidrográficos, hidrológicos y de crecidas, en los que se modelará la cuenca y se evaluará la afección de la central solar.
Además, será necesario considerar qué residuos se generarán durante la construcción y también durante la operación y mantenimiento. En este punto se describirá su categoría y la correspondiente propuesta para su gestión y tratamiento.
Con todo esto, se presentará a la administración competente un análisis y estudio de alternativas. Se plantearán tres alternativas diferentes para la documentación mencionada previamente. Estas alternativas se compararán entre sí y con la alternativa 0, que es la no actuación. En el análisis coste-beneficio se detectarán qué costes y qué beneficios implican las alternativas entre ellas y también con respecto a no hacer ninguna instalación, y se argumentará la selección de una solución sobre todas las demás.
Teniendo una visión global de las implicaciones en el planteamiento de un proyecto solar de este tipo, conviene no olvidar el contexto en el que se desarrolla esta actividad. La energía fotovoltaica se divide en dos segmentos muy diferenciados y que evolucionan de manera desigual: el autoconsumo y la generación para inyectar a la red.
«El autoconsumo tendrá un crecimiento exponencial los próximos años para después estabilizarse con crecimientos estables durante una década», menciona Fernando al preguntarle por el futuro del sector. Sin embargo, la situación no parece tan alentadora para el segmento de la generación, en lo que se refiere a la incorporación de nuevas instalaciones. «Estamos viviendo una nueva burbuja relativa a los permisos de conexión y un agotamiento de la capacidad asignada a proyectos no viables. Valorando la capacidad comprometida en relación con la capacidad instalada, o en ejecución, es posible que nos encontremos con una situación que no va en consonancia con los datos que se obtienen al cuantificar todos los MW que supuestamente se han concedido para desarrollar, ejecutar y producir».
Así, estamos en una situación en la que el mercado vive una saturación ficticia por la aprobación de proyectos no viables. «Se debería, por parte de la administración, intervenir para regular todo aquel procedimiento que no tiene por objeto la explotación evitando la creación de mercados paralelos de subasta de permisos de acceso y conexión». Hasta que esto ocurra, durante los próximos años la aprobación de nuevos proyectos y la autorización de nuevos puntos de conexión se verá irremediablemente lastrada.